inventándome la vida

sábado, marzo 03, 2007

Mi siglo literario

Leyendo estos días el magnífico libro de Umbral “Amado siglo XX” me ha venido a la memoria el recorrido de mi siglo literario, mis años desde niño dedicado plenamente a la literatura. Para eso hace falta predisposición, esfuerzo y tiempo. La literatura tuvo para mí escasa materia y mucho de pasión, y bien me vale como punto de referencia éste libro y su autor. Umbral me dio el amor a la palabra bien escrita, el tono fantasioso de la metáfora, la búsqueda del escrito donde al final no terminaba de decir lo que quería pero me solazaba en él. Un poco como el propio Umbral dice: “se escribe mucho mejor cuando no hay nada que decir”, por eso califica la monumental novela de Proust como la carencia de novela y en su lugar la voluntad de hacer novela.

Desde aquellas cien mejores poesías de la lengua castellana seleccionadas por Menéndez Pelayo en la colección Austral con apenas siete años, han pasado ya demasiados libros por mis manos, igual que años, aunque todavía fueron pocos, aún me quedan muchos por leer como una vida pendiente por vivir.

Decía que Umbral me dio desde su “Moral y rosa” –una de las mejores novelas en lengua castellana de éste siglo-, todas sus obras, sus diez o quince años de columna diaria en “El País”, a pesar de su derechización posterior, el culto a la palabra, la manera escogida de contarles a quienes te quieren lo que te parece el amor, precisa y bien buscada. He aguantado tanta lectura como decía Cossío que aguantaba la vida, “dos vermuts diarios, uno para vivir y otro para beber.” Yo vivo y bebo de la literatura: lo hice desde el desgarro de las novelas de Cela –eso dijo un día en mi librería cuando vino, no cuentes nada en las novelas, desgárrate tú mismo inventando una historia- ; o ese teatro costumbrista y profundo de Buero que me hizo acumular en casa tantas cartas manuscritas de él dirigidas a mi mujer con motivo de su tesina: “Un punto de ruptura en la historia del teatro español: Antonio Buero Vallejo”; todos los poemas que caían en mis manos hasta de los poetas que no llegaron a ser poetas, juntos le profesamos ese respeto al verso espontáneo y pornográfico casi siempre. Y el camino después hacia toda la nueva novela española de los 50 hasta acá.

Pero al hasta acá no le pongo límite porque prefiero seguir teniendo tanto libro amontado por leer en los estantes de mi casa, mal colocados, como con la etiqueta de pendientes hasta que no me quede definitivamente ya tiempo para leer. Eso será lo único a lo que le daré el auténtico valor definitivo, terminal.

Podría escribir durante los días de memoria antigua que es la verdadera, una historia de mi siglo, de esos glorioso años antiguos escribiendo en los periódicos y el corto suelto en terreno mal abonado de estos años de forzosa quietud. Podría contar de las personas, como Umbral en su libro del siglo XX, aquellas que me trajeron alegrías temporales pero verdaderas; previstas sorpresas de lesbianismos tardíos; o un encuentro final, definitivo, respetable y hermoso que te hace entender cómo es posible que una simple mariposa que se pose en tu palabra y en tu ser hagan de la generosidad un rito, del respeto una exigencia, de la belleza un obsequio, de la palabra siempre una justeza y jamás una intemperancia.

Pero no, mejor habrá que ir contando ya en estas páginas para no tener respuestas ya sin ética, poco a poco los libros que leí, los libros que he ido leyendo, los libros que estoy leyendo –empleando el mismo tiempo de verbo- para solaz de mi espíritu cuando tienes con quien compartirlo, cuando puede ser mi corto siglo verdadero. Como dice Umbral: “Todo hombre que ha vivido unos cuantos años importantes de su siglo puede decirse que ha vivido el siglo entero. El rigor de los calendarios no sirve para nada a estos efectos.” Solo tengo calendario presente, el pasado cayó como hojas mal pegadas, fuera de su sitio.

2 Comments:

At 10:41 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me has recordado a un antiguo profesor de Instituto al que añoro y recuerdo con cariño que decía: La literatura hay que mamarla, soberla igual que a la leche materna,dejando que el flujo de la palabra recorra nuestra garganta y se desparrame por nuestros sentidos. Solo quien es capaz de leer mas allá de las líneas de un libro, será capaz de entender y contemplar con cordura a sus semejantes.

A tí te ha inundado la literatura, has sido amamantado por la palabra que ahora depositas en cada uno de los renglones de tus íntimos textos,y para los que te leemos, un exquisito placer.

Un beso

 
At 11:24 p. m., Blogger Fran said...

Sí, bolboreta, llevo la literatura desde niño dentro de mí, lo sabes muy bien, te lo he explicado a veces porque siempre te ha interesado.

Gracias por tu recuerdo de tu añorado profesor de literatura. Cuando leo o escribo saco lo que llevo dentro sobre todo para personas como tú que siempre quisieron y supieron leerme.

Desde el primer párrafo, ¿te acuerdas de él? Hace ya tiempo, fue muy breve pero suficiente para captar tu interés.

Un beso

 

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