inventándome la vida

viernes, enero 12, 2007

Sábanas limpias cada día

Como si fuera a tener sábanas limpias cada día, no lo sé, o la recuperación de mi propio sitio que le daría la razón a Heráclito, “carácter es destino” o al revés mi destino es atarme para siempre a mi carácter. Y ese me hace necesitar las cosas de cada día hasta ordenadas con coordenadas viejas.

Desde aquí empiezo de nuevo a escribir ya que sería incapaz de poner en estas páginas prosas apátridas porque tengo demasiada patria en la superficie de mi hogar, en los rincones que ya sé dónde puedo ubicarme cómodamente.

Tengo un empeño, una obstinación por lo mío, por volver a casa cuando lo lógico de las ausencias con fiesta premeditadas es no tener ganas de volver, como quien en el gozo de un cómodo viaje piensa en el retorno y no quiere, no quiere. Me ocurre lo contrario, debe ser que me tira mi carácter heraclitano, la gente que casi veo a diario y que no tienen nada que ver conmigo, la paciencia de esperar hasta de pie mucho rato, la caligrafía de los libros cerca, las medicinas sin llevar ninguna medicina, mi lápiz y mi bolígrafo para anotar según convenga, una revista mal comprada mientras la mujer que me la vende me desea nada menos, que tenga usted un buen día.

Y mi casa toda llana viene a ser como una meseta crepuscular y pelada pero cómoda para mis pasos cortos. Mi casa es mi vida, mi única vida, mi gran aventura, el empapelado de libros donde llevo viviendo desde casi mi infancia o sino desde la madurez ya inventada. Mi casa es salir por la mañana y que pueda sorprenderme que hayan cerrado un viejo comercio, que los árboles de las aceras tengan ya pinta de atardecer para mis ojos, que me sorprendan los rostros que veo siempre porque los noto más bellos, más jóvenes o yo más viejo.


No devaluo la hermosa realidad que perdí temporalmente, unos ojos de cinco y siete años como palomas mensajeras de lo que puede ser la vida, su tristeza cuando las dejé, su insistencia por quedarme, los restos de cariño hasta en la puerta. Es lo mejor que puede tener un hombre luego de haber tenido hijos, por haber tenido hijos. Pero era lógico –no quise explicárselo a las dueñas de esos ojos- que quiero hacerme más viejo en casa, ir arreglando las cosas que nunca supe arreglar, asomarme a las mismas ventanas como si fuera la toilette de mi mejor estancia.

Y dentro de casa, mis actos de amor sin que los sepa nadie, y fuera de casa mis búsquedas y mi insistencia que hay placeres que no me sé todavía; fuera de casa, alguien en una sola línea pudo decirme que me había echado de menos. Y yo a lo mío, yo cada noche me he sentido como en una permanente cama de sábanas limpias, viviendo la aventura de buscar aventuras y eso no sé hacerlo fuera de casa, sin mi sitio, mi dominio, mi rigor, mi carácter, mi memoria y mis olvidos, mi espacio aunque tenga ya testimonios de mi soledad.

6 Comments:

At 5:02 p. m., Anonymous Anónimo said...

Esa es la sensación cuando volvemos a casa después de una ausencia, no importa lo larga que sea o lo que hayamos disfrutado fuera de nuestro "templo". La sensación de reposar en una cama con sábanas limpias, recien planchadas y con aroma ahogar. No hay una sensación mejor, incluso para quienes nos gusta viajar.

Y si, además, he mos echado de menos ciertas cosas que reclamamos como imprescindibles, es aún más gratificante el abrir la puerta de nuestra propia casa y recibir ese olor característico de lo que nos es conocido y añorado.

En tu caso, esos ojos que dejaste atrás con una ternura infinita camuflada entre la tristeza es un maravilloso recuerdo que te acompañará siempre por los pasillos de tu casa y te sentirás acompañado siempre.

Me agrada saber que siempre estás rodeado de palomas.....y que ellas, tengan la edad que tengan, siempre harán nido en tu corazón.

No hay mejor sitio para eso. Lo sé.

Arena

 
At 5:33 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Sí, llevas razón, nuestra cama al volver a casa es un templo y las cosas nuestras, subrayadamente nuestras nos la hemos fabricado nosotros mismos y muchas veces con gran esfuerzo.

Sobre esos ojos que quedaron atrás, los tengo estampados en mi mirada, vienen conmigo y ambas palomas vuelan conmigo. A poca altura del suelo, justo, cerca, cerca del corazón.

Un beso

 
At 6:24 p. m., Anonymous Anónimo said...

¡Bienvenido, nuestro mar y yo te echamos de menos!
M.

 
At 6:24 p. m., Anonymous Anónimo said...

Una casa solo es una casa hasta que la convertimos en hogar, llenándola con olores,color, rincones propios, añoranzas y sensaciones nuevas.

Nuestro hogar es una proyección de lo que cada uno desea sentir a su alrededor, es donde nos encontramos protegidos. Ahí volvemos siempre porque es donde está nuestra esencia.

Tus sábanas limpias están planchadas y aromatizadas por esas ganas que tienes de sentirlas propias.

Desde mi rincón, un beso.

 
At 10:46 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Tú sabes muy bien el esfuerzo que me está costando, mi vida y mis cosas. Lo sabes bien como te está costando a tí.

Es cierto que en mi hogar me siento mucho más protegido, soy mucho más yo. De ahí que ma abrace a mis sábanas limpias y a todo lo que dejé.

Un beso hasta tu rincón

 
At 10:48 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Anónimo Mediterráneo, gracias por tu bienvenida.

 

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