inventándome la vida

viernes, enero 19, 2007

La perversa utopía de la salud

Lleva razón Antonio Barrera cuando dice que la salud es la más perversa de todas las utopías. Cuando uno ya anda en plena biografía del deterioro, se da cuenta que al cuerpo, a la salud del mismo, no le damos el tratamiento debido. Cuando somos jóvenes –como es difícil e infrecuente que algo lastime el buen estado de ese cuerpo- le hacemos inconscientemente muy poco caso. Luego más tarde, quizá demasiado, pero entonces nuestra voluntaria realidad en su manejo es escasa, nos vamos quedando cortos de recursos.

Un día aparece el dolor, con su lenguaje, con su gramática de gritos, con sus formas propias de medición donde muchas veces el ay se convierte en un predominante sonido. Nos acompaña, de la noche a la mañana es antiguo y pertinaz como la vida, se nos pone de moda, tiene sus umbrales que pasamos a la fuerza. Un recurso frente al mismo es la idea de Séneca, “si dura no es grande y si es grande no dura”. Lo malo a veces no es ni la dimensión, ni la duración lo que importa, es que surgen muchas cosas que hubiéramos evitado de no tener dolor.

O al contrario, es él mismo como compañía de cualquier enfermedad quien resta otras cosas que hubiéramos hecho. A mi intimidad le escribo como una especie de cobardías por no callarlas para siempre que me han quitado 18 años de mi vida, lo que habría hecho, bueno y malo, pero lo habría hecho. Y eso que uno de todos modos está siempre obligatoriamente alegre de pensar que no le vino lo peor porque lo peor también sucede a veces.

Pero cualquier enfermedad nos mete en materia médica, en el reino de las agujas y los químicos, hay un equipaje añadido en nuestro equipaje que es la química y sus contraindicaciones. Nos ayuda a vivir mejor, nos proporciona calidades que ya no teníamos, pero el tiempo marcado existe para todos y sortearlo más o menos no deja de ser, esquivarlo, ponerle condiciones hasta a su propia temporalidad. Todo conlleva un vencimiento y a veces perder la enfermedad es perder la vida. Lo complejo está en lo que no termina todavía, nuestra enfermedad.

No sé por qué escribo todo esto cuando quizá hoy solamente me han hablado de evolución, pero a mí me daban ganas de pedir, no me cuentes la historia, casi me la sé, más o menos. Es un relato nada grave, simplemente un relato que puede, eso sí, engendrar siempre tu derecho a la queja a la naturaleza. Pensar en su desarrollo, en los propios capítulos de esta historia no conviene, quitan sueño, te restan el placer de prolongar por la noche la lectura hasta esa página que derrota a la propia noche, la vence el derecho al sueño.

Que nadie tenga en cuenta nada de lo que he escrito, no lo tenía planeado, sé que me quedan -¿por qué no?- los mejores momentos, la gente cerca, mis silencios, mi rara intimidad. Ya es pasado lo escrito, suma ociosa. Pero nadie tampoco me quita el derecho a estar de acuerdo con Barrera que la salud puede ser, en muchos momentos, una perversa utopía.

4 Comments:

At 9:21 p. m., Anonymous Anónimo said...

Puede que para algunas personas, la salud sea una perversa utopía pero existen otras personas que no entienden y , a veces, ni lo intentan, comprender a los que tratamos de que esa utopía deje algun dia de ser perversa y se convierte en una palpable realidad.

Pero no siempre el disponer de una salud de hierro nos hace sentirnos más felices. Hay cosas a las que algunas veces hemos de renunciar pero siempre encontramos otra compensación en algo que nos proporciona un nuevo placer que, de estar completamente sanos, jamás habríamos descubierto.

Nunca renuncies al placer de vivir aunque el dolor trate de menguar tu ánimo.

Un beso

 
At 9:37 p. m., Anonymous Anónimo said...

De tu texto me quedo con el párrafo final.

Creo que es el dolor el que nos enseña a valorar los momentos felices.Cuando uno está totalmente sano desperdiciamos momentos, vivencias mínimas que son las que nos dan la felicidad pero que nos pasan desapercibidas. Desde el dolor se añoran y nos esforzamos por revivirlos de nuevo.

Me quedo también con la última frase de arena : Que el dolor nunca mengüe tu ánimo.

Un beso.

 
At 11:21 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Sí, pero esa realidad cuando la has perdido, te das cuenta que era una utopía.

Es cierto que otros placeres nos pueden compensar los huecos de la falta de salud.

Y no dudes que ese placer de vivir es el más poderoso.

Un beso

 
At 11:29 p. m., Blogger inventandomelavida said...

¡Ay, bolbo, cuanto sabes tú también de lo que el dolor nos ayuda a engrandecer el simple vivir, esas cosas pequeñas, diarias, pero muy valiosas.

A partir de ahí nos llega la fuerza, toda la fuerza. Sabes de sobra el valor de tu ayuda para mantener el ánimo.

Un beso



Un beso

 

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