inventándome la vida

jueves, febrero 08, 2007

25.000 genes


Hace días al leer un reportaje en el diario “El País” sobre el dolor, dos afamados científicos se preguntaban y respondían a una pregunta natural en este tema: ¿Existe un gen del dolor? Ellos dicen que “no es un gen ni una proteína, sino una experiencia consciente y sólo sucede en organismos complejos como el ser humano, que tiene unos 25.000 genes" Dónde está la intervención psicológica del individuo, más allá del dolor que yo me traje de casa. Y dónde está la regla de medición o de soportabilidad en el individuo. Dos preguntas que me hago.

Casi como dijo una vez Antonio Gala el dolor es la mitad de la vida, un lujo a nuestro alcance, un misterio, como una regla de tres del individuo en mayor o menor medida. Suele estar en un rincón que no le contamos a nadie cómo es, suele manifestarse para decirnos que algo va mal, y llega, una y otra vez llega.

Pero voy a dejar de lado este planteamiento psicológico, voy a decir más bien que he decidido enfadarme con él, no hacerle caso, romper las relaciones y mirar el cielo despejado de no tenerlo en cuenta, quiero que se termine en las líneas arrugadas de mis manos desde donde suelo dar paso a las palabras y la forma a las caricias.

Para todo ello he buscado varios remedios: como ya sabéis el colmo caudaloso de los libros que empiezo y termino; la belleza de los versos de otros, como un diccionario de palabras bien hechas; el iris de los ojos de alguien; sumarle a la memoria lo que a veces necesita, la invención y el olvido; la ayuda ajena en forma de silencio cuando no debo quejarme, la enseñanza de saber que alguien tiene mucho más poder para negarle al dolor sitio y recompensa.

Me he empeñado, me he empeñado seriamente, en que si son genes, dejarlos fuera, si recursos psicológicos, no entender su lenguaje. Voy a hacerme más fuerte, sobre la base de no parecerme débil, lo que no mata te hace más fuerte. Hasta ahora tuve muchos fracasos en eso de parecerme a lo que duele, pero a los fracasos hay que darles tiempo para que fracasen ellos, se cansen de causar problemas y dejen sitio al ser que quieres empezar a ser.

Para adquirir gratuitamente dosis de auto estima voy a verme a mí mismo, voy a aprender a gustarme, todo va a terminar como un parte de guerra a los genes quitándoles el sitio, la importancia, su destino, su hueco en nuestro cerebro. Esas dosis de valor me las puede proporcionar alguien que me aporte ilusiones, siempre ayudan a quienes queremos creérnoslas.

Será ésta mi consecuencia: de mi dosis de dolor, ya casi no queda, me la quitó esas ilusiones. Nadie se muere de dolor aunque se pueda morir con dolor, pero eso tiene que llegar si llega. Voy a ganar en envergadura, en respuesta que nunca pensé que existiera, en oír mi nombre repitiéndolo los labios de mujeres que me quieren. Mi necesario deterioro, ya veremos cuando llega, yo lo noto lejos y las ilusiones cerca.


Me quedaré en la lentitud de ese inevitable trámite, seguiré viviendo y leyendo con ese necesario nivel de bien estar previo.

2 Comments:

At 4:26 p. m., Anonymous Anónimo said...

Sin duda tu reflexión y tus ganas de sobreponerte al dolor "genético o psicológico" tiene mucho de la forma de vida que tu deseas para ti.

Uno no puede aparcar sus dolores, aprendemos a convivir con ellos, a ignoralos e incluso a negarlos,pero por encima de todo, aprendemos a controlar lo que en alguna medida nos controla a nosotros. Eso es vivir, al menos intentarlo y ahí está la calidad y la fuerza de cada cual.
Tú, la tienes.

Un beso

 
At 7:06 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Sí, es una forma de vida o al menos un intento. Convivimos con los dolores, es cierto, bolboreta, pero me vas a dejar que me los niegue a mí mismo, que busque esa calidad de vida necesaria y esa fuerza para vivir y convivir.

Tú puedes enseñar mucho de eso.

 

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