inventándome la vida

domingo, febrero 04, 2007

Carta de amor


Quizá no haya –por lo menos así lo siento yo- género alimentado de palabras más bello que una carta de amor. Como una gimnasia para el espíritu hay que escribirla cada día, hay que enamorarse del amor, de las palabras al explicarlo, de que alguien las pueda leer y le mantenga o le devuelva la vida a su vida. Una carta de amor es el mejor testimonio de estar vivo, la forma más sutil de educación y de cultura, el reposo del guerrero que lucha por su mantenimiento y la forma es decírselo despacio a alguien.

Si he dicho, pues, que se trata de escribir cartas de amor, habría que saber antes lo que es el amor y creo que su propia belleza entraña una dificultad como puesta adrede por el sentimiento. Lo que está claro es que el amor depende de uno, que no se debe esperar nada a cambio porque ya lo tiene todo ese propio sentimiento, esa atadura, esa queja, esa falta de descuido.

A veces lo hemos equiparado a la pasión y no debe ser así, diría que en cambio es una experiencia calmada, una tranquilidad que no teníamos, que nos la debía la vida. Puede convertirse en una costumbre y eso hay que evitarlo siempre porque puede llegar un momento que el deterioro de los sentimiento es tal que se convierte frente a los demás en un mal uso de las personas.

Por todo ello he pensado hoy que lo mejor es escribirlo, estar como muy atento a lo que sientes y saber contarlo, escribir una carta de amor puede ser tan esencial como la alegría que nos produce que quienes queramos estén vivos. Pero entonces yo me siento obligado a decirlo, hay gente que se lo merece cada día, que no te falla nunca, que no te subió jamás la voz ni sintió ganas de hacerlo. No hará falta nunca arrepentimientos como quien arrastra una mala conducta, existe en su lugar perduración y tiempo, un tono sobrio, maduro, observador, casi lacónico como si fuera un signo de seriedad y de experiencia.

Por eso sigo escribiendo cartas de amor. Hay un momento que hay que buscarlo en las personas si te las saben leer, ya no se percibe en ninguna parte, en las cartas, como escogido, eso sí, y es un sentimiento a fondo perdido que pocos pueden llegar a percibir y mucho menos a vivir. A veces ni se entiende, jamás debe pedirse, te lo han de dar como algo sin remedio, como el principio de un cuerpo que tiende hacia otro cuerpo. Es y debe ser ancla y memoria del otro hasta el final de la vida, sin facturas ni fechas, inventándonoslo sobre lo que somos, según somos.

Tengo ese género epistolar metido dentro de mí, soy incapaz de salvarme de él, quizá sea un afán de la importancia que no tengo, una falta de cultura por lo mucho que ignoro, pero creerme, así os lo digo, es mi forma de vivir por la calle, una protección, una ayuda que me la da de verdad poca gente y cuando la tengo, la he encontrado, será una manera de cuidarme esa vida, una reiteración porque lo bello suele ser repetido.

Escribir una carta de amor y que alguien sepa leerla a estas alturas, es como si se humedecieran dos bocas juntas. Lo hago cada día, como leo, me acuesto, guardo colas, me duelen los huesos, pierdo las certidumbres, disfruto de mi tiempo, esa es mi velocidad y tengo la medición exacta, la aristocracia natural de alguien que las lea.

Porque fijaros en la imagen, tiene la misma importancia e idéntica belleza escribir esa carta que leerla.

2 Comments:

At 5:49 p. m., Anonymous Anónimo said...

Acabas de describir la esencia de lo que es el amor, y eso solo se consigue cuando uno ha aprendido a amar y ser amado.

Se nota que has escrito y leído cartas de amor.

Desde mi rincón ... un beso

 
At 6:07 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Amar y ser amado es un aprendizaje y una necesidad, luego, una forma de saciarte, de vivir simplemente.

Sí, he leído y he escrito muchas y lo seguiré haciendo. Su eco me reconforta siempre.

Un beso a tu rincón

 

Publicar un comentario

<< Home