inventándome la vida

martes, enero 30, 2007

El confort

Ya me es imprescindible un mínimo de confort que creo haberme ganado en esta vida porque a más o menos largo plazo, ésta te da lo que te buscaste y si se te va haciendo hace ya tarde llegar al momento del descanso, éste forma parte de un mínimo de felicidad a la que todos aspiramos. Un descanso que no es sólo físico, a mayor abundamiento debe ser mucho más que físico, lo has de sentir por dentro de una forma que no se puede explicar, pero para llegar a él, si hace falta te tienes que detener en medio del camino y sentirte ajeno a las realidades que están ahí a la vista de cualquiera con un mínimo de serenidad y de verdad en su interpretación.

A nadie le regalan su historia, es uno mismo quien tiene que ir contándola y no son historias hasta que las cuentas, simulando que es otro en tercera persona o uno mismo a medida te vas reconociendo. Pues voy a empezar la historia del confort, de aspirar a una tranquilidad bien meditada, de unas cuentas bien hechas, de darte cuenta cómo tienes las cosas y que no cumples años sólo para que te duelan los huesos. Te das cuenta de los errores propios y las mentiras ajenas.

Muchas veces es mejor no buscar explicaciones a lo que hicimos, cuanto menos hablemos imperceptiblemente sentiremos más alivio. Quiero abrazarme a la vida con lentitud y conocimiento valorando lo que tengo. Hay placeres que son mi convivencia, nunca me fallan: la lectura que me deja siempre tranquilo y conforme y la escritura, que desahoga, alarga el hilo de tu propio horizonte, me hace apoderarme más de la vida aunque a veces me sienta en la intemperie delante del papel. Igual que me acompaña un libro, me ofrece siempre una verdadera amistad, el lenguaje propio de la palabra escrita, cuando leo las mías siempre entiendo la buena voluntad que hubo bajo de ellas aunque no evite los registros propios en el momento en que se van reproduciendo.

Y habrá que añadir un tercer placer, la gratitud hacia todo lo que me rodea por las veces en que no supe hacerlo; distinguir entre quienes hasta desde fuera siempre pusieron dosis importantes de cariño y casi diarias de empuje hacia la vida; pensar que me queda todavía demasiado camino y debo recorrer el mío, el que me enseñaron desde niño; no perder nunca un sentido de la moral en la vida, ése que adquiría al mismo tiempo que los modales y la cultura –los modales son un tinte de la piel que no admite ni las arrugas, la cultura es como una imagen más correcta de la vida, un alimento para las emociones-.

Pues sí, en definitiva va a tener que ser en primera persona. Necesito ese confort, ese mínimo pero valioso confort que da la tranquilidad, el empuje de cada amanecer precedido del sueño reparador y sincero.

2 Comments:

At 12:11 p. m., Anonymous Anónimo said...

Recalco esta frase tuya: "A nadie le regalan su historia, es uno mismo quien tiene que ir contándola y no son historias hasta que las cuentas".
Esa es la auténtica y única verdad de nuestra vida, la historia que nosotros vamos tejiendo, adornada de las circunstancias que en cada caso nos vienen dadas. Con andaduras sencillas o duras, con pausas y nuevos arranques y con el descanso merecido de nuestra mente, cuando esa vida nos permite hacer historia de los que hemos sido y somos.

Como te entiendo...

Un beso

 
At 1:38 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Tu comentario es demasiado hermoso precisamente porque tú has hecho historia de tu vida en sendas difíciles y duras.

Tú me entindes, yo aprendo de tí.

Un beso

 

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