inventándome la vida

martes, marzo 27, 2007

He notado así la vida

A lo mejor es una sensación dura y seca en el centro del pecho en plena madrugada. Es la convicción de que sigues teniendo cerca lo que te sirvió para construir toda una vida. Y junto a ello unos amigos como una ambición, una necesidad, una sencillez. No los cambiaré, no pasarán a ser buenos y malos de repente, serán los que fueron, nunca estableceré márgenes ni exenciones.

Nuestro mundo interior sigue adelante y el círculo que tengo siempre me vale, siempre me valdrá. Los acontecimientos que vengan tienen que venir, cosas que ocurren una y otra vez pero que en nada altera una continuidad que le busqué a la vida desde siempre. Un hoy como un ropaje conveniente, un futuro que nunca me planteo, una permanente aprobación que hasta en casos extremos nunca pensé que fuera capaz.

Hay alrededor enfrentamientos continuos que lees en los periódicos, cada día. Para nada sirven y no me afectan, los margino, como digo los leo a veces pero prefiero la fantasía del libro bien hecho, el préstamo convincente del cariño de alguien ofreciendo a cambio lo que no suele ser habitual pero siempre lo acepto con empeño.

Me enseñan los que inventan, los quiero por momentos cada vez más, me dejan un reposo que las cosas que veo no lo suelen tener. Me sirven las ayudas como las que yo presto, las que di muchas veces y nunca pasé luego la factura del agradecimiento. Ésa la paga poca gente. Y entre esas invenciones me cautiva siempre el amor y el cariño con toda su desnudez, con su misma dependencia, mi rendición sin cuentas, ni cuota de mantenimiento.

Ya que no tengo suerte ni los ojos azules como obsequio, me permito decir que tengo el acercamiento y muchas veces la permanencia hasta tales niveles de seguir cuando ya suelo andar escaso de pertenencias; la seguridad de entrar en los sitios, la antigüedad de ciertos dolores como un rumor lejano que me explota dentro. Tengo las cimas que tuve, hasta donde llegué, las que siguen siendo, las que abundan en estilo que distinguí de lejos, que me apropié en porciones, -dos palabras, una sola respuesta- respetando las que no me corresponden. De lejos es como una perspectiva seductora, como la espalda de una mujer desnudándose apenas.

A veces me noto que huelo demasiado a cigarrillo negro, a la segunda cerveza ante un periódico abierto, ante un libro con mi último lenguaje aprendido. Huelo a la plenitud que siempre quiero, a la entrega y a la espera, a las palabras que escribo tantas veces porque creo en ellas. Llevo como un perfume habitual mi historia de esta última parte de mi historia, mis coincidencias con quienes es preciso tener coincidencias porque tienen la misma pátina, parecido libro abierto, la misma casualidad de encontrarnos, una cultura tenaz y exigente como una especie de guiño que suele tener el rostro a veces.

Esa ha sido la sensación de cualquiera de las últimas madrugadas, dura y seca, en el pecho, en los huesos que decía que me duelen, en el giro incómodo del cuerpo, en el sueño de seguir teniendo las mejores casualidades para sentir como un recordatorio permanente cómo era mi sitio, cuáles iban a ser mis pasos, cómo mi camino.

He notado así la vida, esa costumbre, cómo la vivo y cómo la digo, igual que siempre, sin olvido.

2 Comments:

At 9:35 p. m., Anonymous Anónimo said...

Sabia y bella manera de entender la vida y de permanecer en ella.

Siempre aprendo de ti. Es un aprendizaje lento y suave, como esa carne que asamos lentamente en la parrilla hasta alcanzar el punto deseado. Mi aprendizaje es lento y continuo, porque tengo un gran maestro.

Un beso

 
At 8:45 a. m., Blogger Fran said...

En la vida todos apredemos de todos cuando existe un buen deseo detrás.

Y de ese mutuo aprendizaje te diré que es preciso practicarlo sobre todo aquellos que vamos perdiendo poco a poco capacidades. No me importa la lentitud de que hablas, sino llegar a ese punto cada uno a costa de todos los que pueden facilitárnoslo.

Un beso

 

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