inventándome la vida

lunes, noviembre 13, 2006

Mi estancia más amada


Todos tenemos un punto de referencia, hasta en nuestra propia casa, un rato prolongado, una soledad contemplada y enriquecida que nos hace felices, más felices que nadie, hasta celebramos cada vez la nada despreciable edad de seguir vivos. Yo lo disfruto muy de mañana, siento hasta la parsimonia y la sabiduría de esos momentos. Mi temprano café, le ha dado conformidad al sueño, le puso intencionado freno hasta hacerte olvidar cómo has dormido, con qué has soñado.

En un amplio salón, sentado en mi butaca de cuero adaptada ya a mí como una segunda piel tan primordial como la propia, junto a una bella mesa de ajedrez, reglamentaria y exigente, con sus escaques trayendo a la memoria tantas horas de estudio sin que un defensa semi cerrada me agotara las posibilidades de una derrota. Una "Ruy López" bien jugada te da tranquilidad hasta atreviéndote a cambiar el caballo de dama negro con tu arrogante alfil. Mientras, suena de los adagios románticos de piano el Nocturno Andrade de Mozart o la Consolation número 3 de Listz.

Y como siempre el poderoso soporte de un libro que cuenta las andanzas de Annemarie, una mujer excepcional, escritora, arqueóloga, fotógrafa y periodista. Narra la anulación de sus amores, su, cuerpo efébico, su esquizofrenia hasta los límites de la propia identidad. ¿Será verdad eso que el esquizofrénico no pierde la razón, tiene otra? Algo supe sin querer saberlo.

Pues desde esa estancia más amada parto un par de horas luego para enfrentarme a lo que puedo, para estar con el dolor que no es precisamente sufrir, es vivir-sobre, sobre-vivir. Parto consciente que siempre tendré desde esa estancia la fuerza necesaria para gozar de las cosas cuya gracia y cuya desgracia es que se acaban; para impresionarme mirando de alguna mujer los ojos bellos y separados, su escote insistente, la sensualidad inevitable de sus senos sueltos; la contradicción y la comodidad entre el amor y la pasión; la conjetura de lo que viene luego, la profundidad de cualquier cosa si la quieres.

Desde esa estancia tan amada me siento el hombre más poderoso de la tierra. Si me viene luego la escritura la pondré como me venga, ni limaré las asperezas, ni ataré las cosas sueltas. Escribiré –cuando lo haga- para leérmelo yo, para cambiar la respuesta por la riqueza del silencio, mi romanticismo, mis adjetivos sueltos que da valor a mis sentimientos aunque no tengan eco.

Pues ya queda dicho que en esa estancia donde a veces tomo notas o releo en voz alta las palabras ajenas con voz pausada, como de sabio antiguo aprendiendo. En esa estancia, no me conoce como soy nadie, me recorre el placer por las arterias y como si fuera un rito extraño pero propio, colecciono sentimientos.

2 Comments:

At 5:01 p. m., Anonymous Anónimo said...

Es la estancia que acoge cada uno de tus sentimientos. Ella se ha acomodado a ti, haciéndose eco de tu presencia y tu soledad buscada.

Es el rincón de tu alma.

 
At 6:13 p. m., Blogger inventandomelavida said...

No se puede definir mejor: el rincón de mi alma

Un beso desde allí

 

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