inventándome la vida

domingo, octubre 29, 2006

Ya no hablamos de lo mismo

Llega siempre un momento en la vida en que te parece que dentro de tu mismo entorno piensas, con relación a los demás, ya no hablamos de lo mismo como diría Arranz. Hasta me aproximo hasta aquí a escribirlo porque me parece que tengo certezas casi nuevas como inauguradas cada vez pero que solamente me van a servir para mi propia andadura.

Sentimientos que aquí expreso los quiero por su privacidad y su inequívoco tinte propio como se quiere a una libreta nueva, tapas duras, tonos de color fuerte y que crujen dispuestas, no obstante, a hacérseme viejas.

Acabo siempre viniendo hasta aquí como pasos dispendiosos, escalones que me cuestan subir pero que son mi escalera. Se me va olvidando ya definitivamente escribir a mano, prefiero hacerlo en éste teclado confundiendo las teclas que corrige él mismo como un tratamiento de texto nada informático y mucho más humano de lo que parece. Termino llegando una y otra vez al inicio de ésta beta de Word, que es lo mismo que mis propias palabras, un ensayo, un intento para poder ser más o menos definitivo cualquier día.

Subo, decía, cada escalón con más dolor de huesos pero también con mayor imaginación. Me duelen esos huesos porque tienen como un afán de importancia que les va dando la intensidad y la antigüedad. Empiezo muy de mañana con el poso de aventura en la taza de café y un bucle de energía para poder luego ir subiendo otra vez, otro día.

De alguna manera al llegar hasta aquí intento hacerme entender como si las palabras fueran caricias todavía abiertas, cuestas pendientes, sueños sin terminar de cuando era joven como un proyecto existencial que contaba ya con la futilidad de las cosas que me iba a encontrar. Tengo paciencia pero como una especie de impaciencia por no saber conservarla cada escalón y cada tiempo.

Y mucho de ello es consecuencia en que me tomo las cosas muy a pecho, por supuesto las propias y muchas ajenas que no debiera, con una intensidad en muchas ocasiones intempestivo sin el higiénico relativismo que tienen todas las cosas para sufrir menos. Me miento como quiero y como puedo. Y no hay que buscar más mensaje, la persona propia con todos sus defectos es el único heroísmo válido para tu propia vida y tu esfuerzo, y tu cercanía a los demás, y tu olvido de los mejores gestos, tu manera de ponerte y andar por la vida.


A lo mejor, como decía, es eso cierto o ya no hablamos de lo mismo o el lenguaje que voy dejando a veces aquí escrito sólo vale para mi, para la andadura, la cuesta cada vez más empinada, esos escalones con menos sitios en donde apoyarse.

4 Comments:

At 10:22 a. m., Anonymous Anónimo said...

No dejes de subir cada día esa escalera, con esfuerzo pero con tesón, sin preocuparte de nada que no sea el intentar llegar un poco más arriba, cada día un poco más arriba. Yo te ofrezco mi apoyo, lo sabes, y siempre lo tendrás aunque a veces, la mayoría, seas tú mi apoyo para seguir subiendo también.

Seguiremeos subiendo juntos. Siempre.

Un beso

Arena

 
At 4:10 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Siempre acepté cualquier apoyo y nunca negué a nadie mi ayuda.

No sé si es un defecto pero siempre he necesitado casi con urgencia el afecto de cualquiera que se rozara en mi vida.

Un beso

 
At 4:31 p. m., Anonymous Anónimo said...

Pobre del ser humano que no necesite de afectos. Dar y recibir ternura, cariño, comprensión, amistad o amor es lo único que enrique al ser humano.

Desde mi rincón... a tu lado, en esa difícil subida, a veces bajada.

 
At 5:16 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Subidas y bajadas que todos tenemos, cariño, comprensión ternura. La vida es esa escalera y tengo huellas de ese rincón tuyo de que hablas.

Quizá muchas veces quisiera poder ayudar a que estuvieras con todo el poderío que tienes.

Un beso

 

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