inventándome la vida

domingo, octubre 15, 2006

Mi insistente pregunta

Me pregunto insistentemente estos días, qué es lo que he perdido, qué tengo que recuperar. Tengo claro que lo perdí de repente, a veces los avisos son un mal presagio, se toleran peor, pero cuando pierdes algo así de golpe, cuesta más recuperarlo.

En un sitio donde acudía como un hábito, una rutina, me dijeron una vez, que siempre olía muy bien. Y pienso que no era solamente cuestión de perfume, era un olor permanente, una forma de llegar, de definirme desde lejos como esa persona que esperaban que llegase. Ahora tengo que recuperar ese olor que a mí mismo me parece olvidado.

Voy repasando cada día lo que tengo que hacer, lo que tengo que volver a hacer, Cada mañana quiero tener otra vez la mañana que tenía, los olores, los colores, como un timming que le gustaba a mucha gente; los mismos movimientos, quedarme menos quieto, el lujo de acordarme como una memoria viva parecida a la vida.

Es preciso que al tiempo que ha pasado sea capaz de vencerlo, es terrible porque por allá donde pasa se lo lleva casi todo, nos va dando cosas y nos las va quitando. Valdría utilizar el símil de Cardoso cuando dice que el amor es jodido porque nunca sabemos si estamos dando o recibiendo.

Me resulta preciso volver al camino que hacía, a que mi boca sea un recado, mis palabras una insistencia, la mejor manera de no dejar hablar, que mis pasos se aseguren como si fueran a llevar noticias o a recoger algo. Es preciso insistir en la vida, quince años de mala vida encima pero muy querida porque esa es la mía y es imposible ver en ella maldad alguna.

Quiero otra vez esa insistencia para permitírmelo todo o casi todo, hacerme dueño de algo allá donde me acerque, la perspectiva alumbrante del día siguiente, ésa que noto al levantarme, le he ganado la batalla a otra noche, me digo, cogeré de nuevo el mismo libro, el mismo libro que estaba leyendo porque prefiero siempre terminarlo despacio a la vez que ha empezado el nuevo día.

Ésta es mi intimidad, mi agenda escrita pero apenas leída, inexplicable, poco interesante, pero la mía. Y quiero que me sirva, quiero cultivarla de nuevo como si tuviera que inventarla. Necesito ese pedazo de felicidad cultivada que tenía, eliminar ésta tristeza que no conozco bien aún y no me interesa conocer; estar otra vez mucho más tiempo como estaba, con esa especie de alegría por vivir que nos mantiene vivos. Seguir escribiendo cada vez, dejar el tiempo pasado al lado y pensar que la vida es fácil de perder pero me la quiero quedar porque aún me quedan muchas cosas por ver.