inventándome la vida

martes, agosto 22, 2006

Cuatro libros

Ayer me tuve que acercar necesariamente a alguno de mis hábitos que a pesar de su repetición constituyen alimento de la vida que nos vamos construyendo y a la cual no podemos renunciar demasiado tiempo. Nos reclama con un ritmo de exigencia como si fuera un dietario de días caídos, de días que al terminarlos nos sirven para emprenderlos de nuevo muy poco después con esa vitalidad propia a la que no debemos renunciar nunca.

Ayer me tuve que comprar cuatro libros, cuatro libros que tenía encargados y que estaban esperándome. No importaba el rédito que me queda por leer porque ese capital no seré capaz de terminarlo nunca. Ya casi ni me acordaba de ellos pero justificaron mi presencia:


“Soy la versión de XP” son las confesiones de una heterosexual felizmente divorciada de un primer marido, primero, de un segundo marido, luego.

Los versos de Luís Muñoz en “Querido silencio” tienen una preferencia por los finales abiertos, una fuerza emocional que no hace falta nombrarla, hasta está en el silencio, ese “papel secante” de los ojos dormidos.

“Ojos de agua” es una ópera prima policíaca y radiofónica en una Galicia irónica y ambigua hasta descubrirnos los secretos entre el aroma del mar y los pinos gallegos.

De la novela “Paradoja del interventor” de Hidalgo Bayal uno puede encontrarse con que para un prestigioso crítico se trate quizá de la novela más importante en lengua castellana de los últimos veinte o treinta años, la de un hombre mayor “casi en la edad de los desguaces” para volver a saber de la perdida imagen de sí mismo.

Pero no pretendo aquí y ahora hacer referencia a libros que he encargado antes del verano, que sé de sobra la proximidad hacia mis gustos insistente y terminal, sino al hecho liberador de irme a buscarlos, de saber que estaban allí esperándome, que eso iba a ser un hábito y un anhelo que me cautivó al inventarlo, que me seduce practicarlo.

Ya me queda poco para tener de diario, mi diario, mis cosas, mis maneras, mi forma de acercarme a aquello que me llena, me sirve, me alimenta, a aquello que va a devolverme el rictus, el gesto, la manera propia que tenía de ser como era.

2 Comments:

At 11:53 a. m., Anonymous Anónimo said...

Es la búsqueda de la serenidad ritual de lo cotidiano. Una necesidad que a veces parece que nos exige romper pero que enseguida nos obliga a retomar todos esos gestos, esos habitos que son como nuestra prenda de vestir y que nos distingue del resto de los mortales.

Tu rutina esta a la espera de que pronto volverás a serle fiel, como el retorno del amante despues de una larga ausencia.

Un beso.

 
At 10:06 a. m., Anonymous Anónimo said...

Todo, todo volverá porque todo hace falta, me consta y te consta. Y volverás porque nunca dejó de estar dentro de uno.

Un beso

 

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