inventándome la vida

martes, agosto 08, 2006

Armonías rotas



El cuerpo tiene una armonía, sus articulaciones, todo su engranaje, y si algo lo rompe manda mensajes inconfundibles de esa ruptura en forma de queja, a veces desgarrada pero como poco insistente. Tiene un sitio donde estar, donde ponerse, unos puntos de inflexión, unas satisfacciones y un hueco de descanso. Su alteración nos lleva a desequilibrios, a tambalearnos sobre distintos bordes dibujados y ajenos que tiene el horizonte. Hace días, ya hace varios días, que se me han roto las armonías y como volviendo a recordar senderos propios, las reclamo, me las reclama mi cuerpo.

A veces es una simple brisa, la forma de poner el brazo al dormirse pensando en las estrellas vacías y tiernas o en la caricia ajena insistente y justa. Se me han borrado hasta los espacios neutrales, aquellos sitios que no eran de nadie de tan propios que lo eran, no me entiendo casi en las conversaciones que surgen como si fueran en un idioma ajeno. Siempre necesito el diálogo tierno de quien conozco y a mi me conoce y en estas circunstancias no sé si me va a dar tiempo de crear nuevos contactos. Quiero un vínculo, cada día, a cada momento, un vínculo que me conteste.

Hasta me noto divorciado de la propia escritura como quien ha puesto fin a una jornada diaria y completa a la que estaba habituado. Es una especie de condena, de divorcio de un emparejamiento muy sólido que se me tambalea cada mañana ante la página en blanco como una inestabilidad doméstica que exige su presencia. Escribir es siempre un consuelo, hacerlo con exigencia propia una forma de belleza asequible, cotidiana, un recuerdo de que la bondad todavía existe.

Todo esto pienso de la ruptura de mis armonías, las que fui estableciendo a base de mis propios esfuerzos, tenían ímpetu, necesidad, hasta excitación, un profundo deseo que lo noto roto, cual si hubiera ido a parar a manos ajenas. Esa armonía la quiero y la necesito, puede ser incluso como una forma de tener lo que jamás he tenido, una manera de cubrir ignorancias de mucho tiempo, un secreto a voces para mi conciencia, lo contrario quizá a estar muerto, lo suficiente, para mí, lo suficiente.

Tengo que emprender pues urgentemente la tarea del retorno a las armonías quietas, cada una en su sitio, disciplinadas y tiernas; tengo que proseguir de nuevo la búsqueda de ese algo que parece habérseme caído, como volver a oír las risas de la vida por teléfono, dar los besos que siempre tengo dispuestos, satisfacerme hasta con los resortes erógenos de la piel. Ya no me espero más, necesito tener aquello que tiene la etiqueta de que lo necesito, estar a la altura de mí mismo para que todos y todo me parezca que tiene esa misma medida, esa armonía recompuesta, poderosa, una forma de vida urgente y propia.

4 Comments:

At 10:18 a. m., Anonymous Anónimo said...

No puedo dejar sin contestar tu mensaje. No puedo. Porque sabes bien que a mí también se me rompió hace tiempo esa armonía de la que hablas. La conozco, sé de lo que hablas; duele su ausencia en todo el cuerpo. En las articulaciones propias, en las del cuerpo y sobre todo en las del alma.

Conozco cada momento de ruptura de esa armonía que nos consigue mantener firmes, equilibrados y vivos. Esa armonía en cada sueño, cada deseo, cada mirada, cada beso.

Dices que tienes que emprender urgentemente la tarea del retorno a las armonías quietas, cada una en su sitio. Esa es una tarea que yo también necesito urgentemente conseguir. Tal vez sea necesario pasar antes por esta especie de túnel que es el verano y salir a la luz de nuestras armonías propias, las de siempre, las cotidianas, las auténticas.....

Dejaremos que lleguen, las esperaremos juntos y las disfrutaremos como siempre, como antes de permitir que se nos perdieran.

Yo tampoco quiero esperar más.....

 
At 11:26 a. m., Anonymous Anónimo said...

A todos se nos rompen a veces esas armonías y sobre todo a los que somos frágiles. Mi retorno es volver a una rutina que no es nada peyorativo aunque el término lo parezca. Serán mis hábitos, lo mío propio que me ha costado muchos esfuerzos en la vida conseguir. Mi autoestima lo necesita.

Las familias que forman personas que te quieren, se quieren siempre antes a sí mismos y hay veces en que uno tiene que prevalecer por encima de todo y de todos.

 
At 11:29 a. m., Anonymous Anónimo said...

Siempre he dicho que el libro de nuestra vida está formado por páginas en blanco que cada segundo se van llenando con esas frases aprendidas por lo que nos va aconteciendo y de prondo nos encontramos con una o varias páginas escritas por manos ajenas. Entonces nos vemos forzados a ir recorriendo esos renglones para asumir esa intrusión, pero al llegar al fina de esa página, de nuevo nos encontramos con otro folio en blanco que nos retorna a nuestra paz, nuestra rutina y los sentimientos y cariños que hemos estado cultivando y describiendo en el cuaderno de nuestra biografía.

Nada se te ha roto, solo ha crujido un poco. Te has ganado tu rutina, tu vida familiar, tus deseos y tus ilusiones. Nada ni nadie alterará tu libro porque tu forma de vida es algo propio y tiene dueño, un dueño especial y sensible que sabe donde y con quien está su lugar.

Desde mi bitácora diaria, un beso.

 
At 12:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Pues eso mismo me pasa, bolboreta, las páginas de mi vida han sido y están siendo largas y duras. Por eso necesito ese folio en blanco, ese simil de que hablas, donde esté lo mejor mío, y seguir así mi andadura con la armonía que tenía. Tú la conoces muy bien, la has estado describiendo y entendiendo en estas páginas casi diarias con cada comentario.

Dejaré pasar esos crujidos y volveré a lo más óptimo que me pueda dar la vida para quien sabe estar conmigo, tenga ese sitio, ese lugar.

Un beso hasta tu bitácora

 

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