inventándome la vida

martes, julio 04, 2006

Saber cómo te sientes


Que alguien sepa cómo te sientes te ayuda, te protege, te hace menos débil. Te acerca a tu propia manera de ser sin dejar de ser y por aquellos resquicios por donde puedes sentir más acentuadas tus debilidades, notas que te las cubren sin una palabra dura, sin una duda. Es como un estímulo para la ley del propio esfuerzo, te hace más fuerte, sigues adelante que es bastante, muchas veces suficiente.

Hace días conocí a una médica de asistencia primaria después de muchos años con una entrañable doctora que te hacía muy fácil sentirte menos enfermo. Me gustó también mucho quien ocupa su puesto, empezó a introducir informáticamente mi historial a medida se lo iba explicando muy brevemente y siguió su labor prescribiendo la medicación más apropiada.

Pero me llamó la atención al final de la consulta, ya de pie y tras una conversación sencilla y cordial, su último consejo: no dejes de moverte, haz todo lo que puedas, vive, camina aunque te duelan las caderas, es una manera de prolongarlo todo, de hacerlo durar todo mucho más y mejor. Fue una ayuda, fue una importante ayuda mental que le dio más fuerza a mi propia movilidad, que me hizo volver a casa, a pesar de una buena distancia a pie, mirando a la gente, sonriéndole casi a las calles. Aquella doctora supo bien cómo me sentía, ni la engañé ni me engañó, me ayudó, taponó las grietas, me empujó cariñosamente hacia la puerta y me vino a decir, vete, vete a la vida.

Pues igual necesito, igual que con la médica, lo que a veces me ocurre cuando alguien sabe cómo estoy, cómo me siento apenas luego de decir, hola, buenas noches, voy a leer un rato o cualquier otra cosa que cubre nuestros días, que alimenta la vida. Necesito que lo sepa alguien sin decirlo, que me lo note en el aliento, como si fuera ese beso que deja siempre huella sin llegar a besarse, a veces sólo con pensarse. Una imagen entrañable y fotográfica.

Necesito que me avisen sin explicar yo nada, que tengo que seguir viviendo como vivo, eligiendo ya nada pero sin que deje yo pasar nada que valga lo que vale la pena vivirlo. Ese aviso, esa rara intuición sin necesidad de explicación, luego cuentas o ni eso hace falta, después te escuchan o te avisan, si ya está, ya está todo mejor, no lo ves. Y sales de esa consulta íntima con las ganas intactas, recuperas las faltas, aprendes aquello que aún no sabes.

Si estuviera de cara haría falta un gesto, una mirada o un roce, en este caso no hace falta nada porque ya saben cómo me siento, pero si ya tengo la cara delante, la cámara enfocándome, basta con mi silencio.

2 Comments:

At 11:27 a. m., Anonymous Anónimo said...

Es bello esto que has escrito. Como todo lo tuyo. Cuando se escribe de sentimientos hacen faltan dos únicas premisas. Ser honesto y dejar que nuestra mano vaya esbozando lo que nuestra mente y nuestras emociones demandan. Nada más.

Pues igual, cuando alguien te entiende, cuando sin necesidad de verte la cara sabe como estás, ahí mandan los silencios y una mirada es suficiente para decirte: "sé como te sientes, aqui me tienes".

Besos.

 
At 3:19 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Es que cada vez que ese “sé cómo te sientes” sin una palabra gratuita ni peyorativa para nada y después ese “aquí me tienes” te da la fortaleza para seguir que no es poco.

Eso es lo que demandan mis emociones, por eso me atrevo a contarlas o incluso a callarlas. No te hace falta más ni yo tengo que buscar las palabras ni las explicaciones.

Todo está explicado cuando no se explica pero se entiende.

Un beso sin explicarlo

 

Publicar un comentario

<< Home