inventándome la vida

martes, julio 11, 2006

No me gusta el verano


Cada año en algún sitio lo escribo: no me gusta el verano. No ya solo como estación del año porque soporte peor el calor, sino por el tono del momento que precisamente lo que hace es eso, trastocar mis momentos. Yo entiendo que es una egoísta postura porque ahora puedo compartir lo que no hago el resto del año más que ocasionalmente: mi tiempo y mi ocio con mi gente.

Pero son elecciones que hacen por mi, duraciones que me marcan, que no las delimito y costumbres muy cambiadas a peor en comodidad, en manera de estar y sobre todo en individualidad. Soy un individuo muy personal y a la vez es curioso, necesito alargar la voz y la mano y notar a la gente. Lo parece pero no estoy siendo contradictorio.

Lo que quiero es a estas alturas de la vida, montármelo yo, desmontármelo yo, permanecer como en una repisa de descanso y ocio muy bien estructurada, sin demasiada planificación, al albur de un gesto, de una respuesta que quiera dar mejor. Ése es el término quedarme con lo que para mi es lo mejor que puede ser incluso un verano parecido incluso al que vivo cada año.

Coincide que cumplo años, que dejo uno menos y tendré uno más, porque eso quiero pregonarlo precisamente aquí –y ya llegará su momento- voy a tener uno más, disfrutarlo nada más empiece contando cómo disfrute lo qué disfruté del que termina con este nuevo, cada vez. Ni me asusta juntar los dos números, aunque el cero de atrás empuje mucho y le de más relevancia al guarismo de delante. Lo saben quienes me quieren: me refiero a cumplir setenta años. Ese siete de delante es una seria advertencia, para eso que me enseñan a veces, vivir el presente.

Pero no vine a hablar de esto, vine a decir lo del verano, a ver si me hago más consciente de que entre todos juntos me darán mejor verano y yo aprenderé a darlo también para que el año que viene no tenga que escribir que no me gusta el verano.

Me aferraré fuertemente a las nuevas costumbres, como si me cambiaran los horarios de los trenes, las haré buenas esas costumbres. Cambiaré lo que hago más o menos mejor por hacerlo aún mejor, aprovecharé lo que hacen conmigo bien y procuraré devolverlo con creces, para a lo mejor luego poder decir, sí, si que me gusta el verano.
Soy incapaz de no devolver bien por bien, fui siempre incapaz, incluso puestos devolverlo lo mejor posible me venga como me venga. Y muchas veces la vida me lo trajo difícil, muy difícil.

Nada menos necestio la ayuda de todos para que me guste el verano.

2 Comments:

At 11:59 a. m., Anonymous Anónimo said...

Leyéndote hoy, me ha venido a la mente una curiosa imagen, la del lobo estepario, ese lobo que a pesar de su manada vive su individualidad, delimita su territorio y es fiel a su modo de vida.

Eres como un viejo lobo estepario y además entiendo que lo seas.

Un beso desde mi rinconcito.

 
At 5:03 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Parece que entiendes perfectamente mi mensaje, ése que pretende sobre todo no ser mensaje. No me acuerdo ya de la novela de Hesse “El lobo estepario”, pero acepto el papel de lobo que me adjudicas, tenazmente solitario y por tolerante que sea muchas veces, exigiendo siempre que dejen mi sitio libre: lo ocupo yo.

Un beso, ya lo ves, de lobo

 

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