inventándome la vida

sábado, julio 15, 2006

Mis cosas

Ya las tengo otra vez alargando la mano, como cada noche para escoger los sueños. Cosas de diario, necesarias a los tres o cuatro días que no son de diario: un café bien hecho, una música que es como un regalo que me hacen para hacerme un regalo, un pc propio que parece que está cargado de tinta propia, un silencio lejano pero cercano, un horario para levantarme, una manera de hacerlo que no es capaz de hacerlo nadie, sólo la hago yo porque la hago para mí mismo.

¿Es eso una rutinaria forma de felicidad, una costumbre sin novedad, un hábito demasiado pegado? Ni lo sé ni nadie lo puede saber por mí, pero esas cosas que cuento que tengo otra vez al alcance de mi mano me hacen feliz. Hasta me cambian de tal modo la cara que una médica de asistencia primaria a la que acudo para que me extienda mis recetas de siempre, al decirle después de acumularlas, oye perdona que sean tantas a la vez, pero es que tengo mala salud, me dice sonriendo, te equivocas, tienes muy buena salud. Debe ser que esta médica no se sabe bien las indicaciones de los medicamentos, o al contrario que soy yo el que me equivoco y en cuanto soy un rato feliz, tengo una salud de hierro.

Lo aseguro, me ha sabido mucho mejor el café, y era sólo eso, que sabía a café sin que nadie me lo hiciera; el “Desvarío amoroso” de Genazino, o “Todas las muñecas son carnívoras” de Ángela Vallvey me parecieron más que ayer dos novelas bellas y cómodas, eran puro placer, eran literatura propia como una blusa abierta, intimidad para mí, recuperar algo que parecía igual y no lo era: para leer bien, tiene uno que estar bien y termina estando así mejor.

Pido perdón por mi insistencia, por quedarme con ella, mis cosas no pueden ser de nadie porque son mi cimiento para poder contarlo luego, mis cosas son mis sueños, y si antes dije algo parecido, que me sirven para escoger mis sueños, es que por ahí anda casi todo: mi forma de ponerme, de mirar a la gente, de entrar en cualquier tienda pequeña para que se acuerden, de ser otra vez el que era, de escribir muy parecido para quien le guste, de sonreír sólo de pensar en sonreír, de alargar mi impaciencia por buscar la paciencia, la que me hace falta, simplemente, para con todas estas cosas saber una vez más que era esto, que debe ser esto lo más parecido a ser un rato feliz y buscar luego otro rato y hasta que la propia médica que tanto sabe de uno, rectifique tus índices de salud y te los devuelva sonriendo diciéndome, tienes buena salud, muy buena salud.

Y con ese fácil cargamento ya estoy preparándome para intentar ser feliz de nuevo otra vez lejos de aquí. Habrá que pedirle al mar entonces, ves trayéndome mis cosas que me las he vuelto a dejar donde estaban, como en un zulo propio, individual y placentero. Seguro, seguro que el mar sabrá traérmelas porque esa es mi única andadura por la vida.

5 Comments:

At 12:05 p. m., Anonymous Anónimo said...

!Qué bella andadura por la vida!.

No cambies nunca tu forma de andar, porque creo que es la única forma de caminar por la vida, de encontrarse con el mundo cara a cara y decirle, aquí me tienes.

No cambies, tu rutina es un bien preciado que has sabido crear, mantener y disfrutar.

Un beso.

 
At 12:56 p. m., Anonymous Anónimo said...

Es que no puedo cambiar sabes, ésa es mi manera, ésas son mis maneras. Y haré eso que dices, cara a cara con el mundo, con lagente que quiero, diré aquí estoy porque así soy.

Ummm, ¿es que te gusta la rutina? Es verdad, se disfruta.

Un beso

 
At 3:21 p. m., Anonymous Anónimo said...

Si, me gusta la rutina, la propia,de igual modo que a tí.

 
At 4:57 a. m., Anonymous Anónimo said...

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At 2:02 p. m., Anonymous Anónimo said...

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