inventándome la vida

lunes, julio 17, 2006

Me voy junto al mar

Me voy junto al mar, a dormir junto a él, a escasos metros, en un hueco propio que hace años tengo donde crecieron mis hijos. Jugaron, hicieron sus amigos, se hicieron ellos. Me voy junto al mar como cada año y siempre le pido lo mismo, que aunque de lejos nos parece de tan infinito vacío, sea un vientre de estrellas y me devuelva todo lo que le vaya dando, que me lo haga todo posible para cuando luego me aleje, siempre me lo deje cerca.

Allí junto al mar noto más mis debilidades y mis errores. mi forma de ser, que quizá no debiera ser la forma de ser. No hay ninguna totalmente ortodoxa, ningún canon válido para todos, pero junto a él se nota más allá donde no llegas o allá donde fuiste demasiado profundo, quizá en exceso generoso para necesitar ser exigente luego.

Desde la misma orilla del mar lo noto todo más, resaltan mis debilidades, mi propia fragilidad. A veces me pregunto por qué soy frágil o en qué soy frágil: pues en que mis esperas se hacen demasiado largas y no les va quedando tiempo, en no saber alargar mi brazo justo en su medida, en no darme cuenta que hay siempre entre los hombres, o entre un hombre y una mujer, una especie de juego de donaciones a los que jugando debemos saber cuál es nuestro turno y qué medida tiene, donde queda el margen del disfrute, dónde el silencio, la noche siempre tierna, la reparación que tiene el sueño.

Estos días voy a ir dejando sobre la arena partes de mi ser entre los míos; capacidades de las que ya hablé en otra ocasión alas que llega poca gente; posibilidades de lejanía que una mirada ya casi vieja que parece mentira pero todavía llega; ratos largos de descanso para que descanse todo luego, lo propio y lo ajeno; manos vacías para llenarlas luego aunque pueda parecer insólito y lejano; llamadas del deseo que nunca sabremos callarlas ni deberemos hacerlo. Voy a ir dejando lo mejor mío y tengo mucho todavía por dejar porque quienes me conocen saben que no escatimo en la generosidad ni tampoco luego pidiendo.

Me voy junto al mar y puede que nada me cambie porque tampoco quiero que me cambie, me voy simplemente a estarme más quieto, a que sepan entenderme y yo me esfuerce más en entender a la gente, a la gente que me conoce, que me quiere. Allí estaré, buscaré sobre todo los ratos en que la orilla esté más vacía y más quieta, así mis soledades ignorarán los códigos para acercarse y para alejarse. Es una buena profesión sentirse solo junto al mar, secreta, única, una especia de sexto sentido que debe arreglarlo todo.

Hasta hacer posible aquello que uno presume de saber, de sí mismo y de los demás y a lo mejor no lo sabe, era un sueño, un imposible que ni el mar puede hacerlo posible. He de quedarme donde estoy y allí, allí hay hueco estos días, junto al mar, junto al mar de mi esperanza y de mi tierra. Siempre hubo hueco pequeño y con el debo tener bastante. No sepas de más hueco –le diré hoy a mis ojos mirando al mar- porque eso si que sabes que no lo hay.

2 Comments:

At 10:15 a. m., Anonymous Anónimo said...

En mi tierra la gente que cada día vive por y para el mar, le dice "la mar". Porque la mar es una mujer, una madre que extiende sus brazos para calmarnos, para decirnos "tranquilo hijo,ven y déjame que te acune".

Te vas a la mar, a los brazos amorosos de esa madre natural que te devolverán la calma y la ternura necesaria, que te hará recordar quienes estamos a tu lado y quienes te queremos, aunque a veces nustros gestos sean pequeños, escasos ante tus necesidades.

La mar murmurá a tus oídos todo lo que quieres oir, lo propio y lo ajeno, lo que hemos dicho y lo que nos callamos.

La mar te hablará, igual que lo haría una amante si te tuviera en sus brazos.

Disfrútala y sé feliz.

Un beso.

 
At 10:40 a. m., Anonymous Anónimo said...

Sí, es mucho más bello la mar, por ser mujer, madre, por poderme acoger y darme las palabras y que necesito volverlas a tener.

Tan solo tienen una antigüedad de un día y como la mar lo devuelve todo, seguro que me llegarán de nuevo.

Soy hasta un mal espectador de la mar, necesito mucho de ella, de todos por esa fragilidad que me deteriora tanto tantas veces.
Necesito los brazos de una amante para yo no callarme ni un solo gemido, ni una sola palabra. Las siento con tal fuerza que voy sobrado de ellas y eso puede hasta dañarme.

Intentaré ser feliz, pero eso es siempre difícil.

Un beso

 

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