inventándome la vida

martes, junio 20, 2006

Oficina creativa

A medida han ido pasando los años uno necesita más de una creación propia que temple los ánimos. A la vez es la forma de cultivar el paladar de los solitarios. Por eso un día me construí con cuatro piedras y unos pocos ánimos una especie de oficina creativa donde no fuera imprescindible ni titulación, ni reconocimiento previo. Eso sí pasé, con nota superior al aprobado las ganas de defenderme de soledades que llevan a una autocontemplación física y mental que acaba siendo nociva.

Eché a andar, sin garantizarme para nada las respuestas, éstas vinieron luego, puedo decir honestamente que me las gané a mano, no porque mi creación fuera en extremo brillante pero siempre fue muy propia, hasta a veces elegante porque cargamentos de ternura nunca me faltaron.

Pero todo entra en crisis y de pronto con ese transcurso de los años se me fue apoderando el temor a la vida en su estado más puro y dejé de ir creando, se amontonaron los periódicos viejos en mi despacho, las veces que escribía sobre mi propio noticiario y no estaba seguro si es que no interesaban las noticias o mi forma de contarlas. Ya tenía por las noches hasta mal cerrada la oficina, puse cuatro papeles, me dije a mi mismo ahora vuelvo y tardaba en volver por miedo a que se mezclara el silencio con mi propio silencio de antes. De oficina creativa estaba pasando a ser cultivador de una oficina destructiva. Tenía desconocido y lejos el remedio.

Pero ahora puedo decir que he recuperado las sonrisas por las noches, el eco de nuevo como un amado espacio de revelaciones, entendí cómo se retienen las cosas que de verdad quieres, las historias de los sentimientos, la espera, la comprensión, lo que no necesita respuesta, el olvido de errores que todos cometemos, las luces por la noche, y sobre todo, levantarse cada vez, como ahora, como cada día más o menos en estos momentos y saber que te están leyendo, como algo casi doméstico, un repaso de buenos recuerdos, con una sabiduría tántrica, una generosidad que te hace recomponer los trastos viejos de tu propia oficina creativa como una copia trabajada y querida de la primera que construiste. Tengo de nuevo ese tono de respuestas, me suponen como unos besos para la piel del alma ,una compañía ingobernable, una media de seda femenina muchas veces exquisita e inolvidable.

Para las últimas preguntas nadie tiene respuesta, todo lo más conservar un pedazo del presente como una especie de segunda memoria, una reconstrucción de la mínima construcción que nos pusimos a hacer un día hasta que nos entró el miedo de quedarnos definitivamente en silencio.

Os dejo, tengo que abrir como cada mañana mi propia oficina creativa. Seguro que hay alguien esperándome.

2 Comments:

At 10:25 a. m., Anonymous Anónimo said...

No te demores. Esa oficina creativa es lugar de encuentro de almas casi gemelas, que buscan en cada instante la realización de sus sueños. Ahí exponen sentimientos, al lado de los tuyos. Tus clientes llevan su curriculum en la cara, para que puedas reconocerlos nada mas alzar la vista y les digas: "Estás aceptado, ve a la mesa que tiene la placa de ilusiones y toma posesión de ella. El puesto es tuyo".

Abre pronto tu oficina,los que aman la vida están a la espera.

 
At 1:33 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Pues estaba a punto de cerrar esa oficina, y sobre todo, estaba ausente de ganas de trabajar en ella. Ahora me valdrán los clientes que sean capaces de traer la ilusión y el respeto que tienes tú al entrar en ella e identificarsede esa manera, con ese talento propio.

Para ti, para las gentes de bien, para quienes me quieran, está la oficina abierta. Que lleven lo que hace falta siempre en la vida: una medalla de ilusiones colgando de la propia vida.

Un beso

 

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