inventándome la vida

domingo, junio 11, 2006

El tiempo


No nos damos demasiada cuenta o no queremos hacerlo pero el paso del tiempo duele casi siempre. Cada movimiento de las agujas del reloj altera a veces lo que sentíamos más seguro e inamovible, lo que va a venir no lo sabemos, ni podemos prepararnos. Por eso el único remedio es la aceptación, no la tolerancia, pero si la aceptación cuando no mandamos nosotros, manda la vida, manda el tiempo.

Los más jóvenes, los del porvenir más brillante, piensan y desmenuzan el futuro y hasta para ellos mismos el futuro no existe si no lo quiere el tiempo, si se lo interrumpe la vida. Los que estamos en esa edad anterior a que te llamen viejo, pero eres ya un poquito viejo, vivimos el tiempo que analiza cualquier cosa que nos trae, sobre todo cualquier cambio que no nos beneficie. Vivimos, nos toca ya vivir, el revés de la vida, el camino sin vuelta atrás, la ignorancia de lo vivido, el olvido.

Porque hacerse mayores es ir olvidándose de lo más reciente, lo que acaba de pasar, el título del libro que terminamos de leer, cómo se llama ese amiga que nos termina de parar por la calle y con la que hemos estado hablando unos instantes. Es curioso, si me está acabando la memoria por qué no me acuerdo de lo reciente y sin embargo lo antiguo lo tengo aquí presente.

Yo me excuso diciendo que tengo memoria selectiva y no es verdad, la que me selecciona es mi misma memoria. Me aparta de unas cosas para siempre, me deja cerca otras, quizá aquellas que supe notar mucho más fuertes. Con la gente tengo la técnica de sonreírle siempre, de decirle que sí a casi todas las cosas y al final cuando se marchan, ahora ya ni me esfuerzo en acordarme quién era.

No sé lo que ha pasado, o sí que sé lo que ha pasado, pero hoy, precisamente hoy me duele más el tiempo, me siento un poco más viejo y no tengo casi sitios donde poder decirlo. Hoy me parece que el tiempo ha venido erróneo, como por mal camino, me ha ensañado cosas que no debieran haber ocurrido y como me estoy haciendo viejo, ya no sé arreglar las cosas de la gente.

No tengo otro sistema que decir esto tengo, esto es lo que doy, tu mal tiempo que tienes no te lo puedo arreglar porque el mío, el mío ya me parece un privilegio tenerlo. No te muevas, le diría a todo aquel que tiene mal tiempo, si sufres es que recuerdas, es que el tiempo te trajo cosas hermosas de entonces. Ya lo ves cómo no sé ayudarte, es la hora de los últimos cuartetos, de aproximarse, de quererse, de saber que muchas veces el tiempo duele siempre. A mi me estuvo doliendo ayer tarde como un plazo al que ya llegaba tarde.


Lo supe el primer día que había llegado tarde, pasase lo que pasase. Era cuestión de tiempo.

2 Comments:

At 3:04 p. m., Anonymous Anónimo said...

Reponerse a la inexorabilidad del tiempo es combatirlo en esas trincheras que construímos con recuerdos del pasado, con sentimientos, con caras y con gestos.

Son tricheras de amor, agarrados a la mano de quien nos quiere, que llora con nosotros en silencio mientras sus ojos me dicen..."calla, aquí estoy a tu lado, para, juntos, enfrentarnos al tiempo".

Todo pasa,con lentitud o con rapidez, con dolor o con alegría, pero todo empieza y todo termina.

Tú permanecerás por siempre, en esa trinchera de amor, agarrado a la mano que te quiere.

Un beso.

 
At 5:38 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Cierto, esas “trincheras del amor”, bolboreta, las construimos con entereza, dignidad y respeto entre los dos, el que siempre nos tuvimos. Juntos nos enfrentaremos al tiempo, nada ni nadie lo evitará ni nos lo ensuciará. Irá pasando lo peor, y mientras yo estaré a tu lado para coger esa mano que me quiere, agarrado a ella para que a ninguno nos haga más daño el tiempo.

Tú precisamente me enseñaste a hacerlo como nadie sería capaz de enseñármelo. Ven, ven… aprenderé a ayudarte como sólo tú te mereces.

Un beso enorme

 

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