inventándome la vida

viernes, junio 23, 2006

Llegar pronto


Prefiero siempre llegar pronto a las citas ya que a lo mejor no tengo luego la ocasión de llegar tarde o porque se me han terminado las citas y me tengo que comer yo solo la soledad como una forma de quedarme, o porque ya se fueron cansado los demás de la espera.

No es que le tuve miedo nunca, es que me dio siempre cierto poder, la soledad, como una especie de pudor propio a donde dejaba entrar a quienes podían enriquecérmela. La soledad, elegida y voluntaria para algún rato tuyo y de tus gentes no ocupa ni necesita de razones. Ella sólo se basta para explicarse, tiene suficiente fuerza, voluntad propia.

Pero cuando supiste elegirla y los modos de cubrirla dieron lugar a esas citas para que midas tu tiempo y llegues a tiempo. Tú mismo te encargaste de su tallaje, de su dimensión propia, de su tiempo de espera, a lo mejor tuviste ocasión en su duración de leer con alguien una telenovela juntos, pero sobre todo fue una clara y manifiesta señal de tu paciencia y de la calma ajena.


Esas y muchas otras razones son las que me hacen llegar pronto, divisar a lo mejor a quien me espera y cambiar los términos, procurar llegar antes y que sea yo quien me adjudique el papel de esa espera. En el camino del encuentro, de esa soledad de la que vienes, darte cuenta que no hay parte de atrás, que tienes que llegar pronto a un acuerdo sin que medie la carne futura ni apenas el roce, ni una condición de búsqueda para convertirla luego en un encuentro.

Ya diste la mano, ya se terminaron esos tiempos medios, ya llegaste y se acercaron o te abrazaron, pero tuviste el mérito, la tranquilidad de llegar pronto, de saber esperar en lugar de que supieran esperarte. Es algo que me ha pasado siempre, quizá condiciona mi tiempo, lo comprime a veces porque con ese afán de anticipación recorto las duraciones previas, alargo las esperas de que hablaba antes. Pero me da lo mismo, llego pronto, administro por el camino del encuentro la soledad anterior a las citas, voy de joven en lugar de llegar ya viejo, me siento en algún banco, leo los mismo pedazos de mi libro abierto y siento que ya tengo entre las manos la satisfacción de haber llegado a tiempo.

No sé si algún día dejará de importarme, pero hoy todavía cuando llego tan pronto noto como un amanecer cayendo desde el cielo. Debe ser una especie de premio a los que llegamos pronto.

2 Comments:

At 5:34 p. m., Anonymous Anónimo said...

Te entiendo.Siento cada una de las palabras con que defines tus esperas, porque alguien que es capaz de preparar el momento del encuentro con esa previa pausa , luego es capaz de traspasar las soledades y participar de todo lo que depare el encuentro.

Claro que amanece cada día para tus esperas.

Un abrazo

 
At 6:00 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Sabes, es que los encuentros vienen detrás de las esperas, de vencer las soledades, de entregarse pero con la necesidad que se te entreguen igual luego.

Cuando eso se produce no te importa haber esperado el tiempo que sea, haberte anticipado todo lo necesario.

Y después, efectivamente, te llegan los amaneceres. Cada respuesta tuya puede ser un ejemplo.

Un abrazo

 

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