inventándome la vida

miércoles, junio 07, 2006

Contar cosas propias


Siempre me ha gustado contar cosas mías a la gente, pero para poder hacer eso con un mínimo grado de satisfacción es necesario tener algo que yo simplemente he llamado eco. Que quien te lea traiga una mente limpia, puesta al chorro de la mañana contra más pronto mejor; que también tenga capacidades propias similares a las tuyas, lo cual no quiere decir coincidentes, que aporte respuestas que no haya que pedir.

Llevaba mucho tiempo –quizá demasiado- sin tener ese eco, esa escucha, ese silencio a devolver con gestos nobles y palabras tiernas. Porque la ternura en la palabra, la búsqueda entre ellas de la más dulce no entraña compromiso ni presupone que tu romance tenga tintes de elegía inútil. Puede ser una forma de agradecimiento –un día hablaré del buen uso y mejor práctica de esa palabra- un agradecimiento que a lo mejor es tan sólo una elemental manera de escuchar para que luego tenga que hacerlo uno y se convierta en escuchante porque fue antes escuchado.

Contar cosas propias, con el límite de la intimidad bien administrada me reconfortó siempre. Quizá soy buen lector, eterno lector, porque cada día, varias horas, escucho a gentes que hicieron de eso su oficio, contar sus propias cosas. Hasta en la más inverosímil historia, está la propia historia, el cuento de la propia piel y de la más entrañable entraña. Contar cosas propias es una autoconfesión pero que hay que pensar antes a quién se la diriges. Hasta en los elementales cimientos de la literatura hace falta que exista detrás un pudor propio, aunque luego esas andaduras por la vida de aparentes personajes vayan a manos de miles lectores que nunca te digan nada.

Mi área divulgadora ya no es un periódico como lo fue en años anteriores ni mucho menos, a veces no pasa de una simple carpeta del ordenador, pero otras, otras más valiosas y necesarias para mi tienen la ventana de la red, de memorias en voz alta, de gestos impúdicos pero llenos de pudor. Lo único necesario es contar con esa escucha que hablaba antes, con esa respuesta, pública o privada, con una tolerancia, con una especie de intercambio que siempre beneficia a todos.

Seguiré contando cosas propias, con más o menos interés o acierto, bonitas o mal contadas, pero con el área de apoyo que a la vida, cuando se te va cansando la vida, tienes derecho a exigirle. Agradéceme –pareces decirle a esa vida- con una pequeña parcela diaria cuando siempre me olvidé a la hora de dar de límites y hasta de posibilidades.

2 Comments:

At 4:55 p. m., Anonymous Anónimo said...

No dejes nunca de contar tus historias para esos oídos que quieren escuchar, que reciben tus ecos y los almacenan en su memoria, creando un baúl de historias ajenas , que a la vez se hacen propias,porque es con la palabra cuando la cercanía hace posible el resto de sentimientos.

Como siempre, un abrazo, con todo mi cariño y respeto.

 
At 6:22 p. m., Blogger inventandomelavida said...

No lo haré, dejar de contar mis historias, porque es mi mundo y mi vida. Tu escucha, tu respuesta es impecable, no sabes el valor que tiene para mi.

Todo mi cariño y ese respeto mutuo.

Un beso

 

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