inventándome la vida

jueves, junio 08, 2006

Luz de supervivencia


He vivido demasiados años de mi vida, necesariamente, en un duro mundo de oscuridad con un final en ese pasillo, necesariamente propio, insoportable todavía en el recuerdo para cualquier hombre, cualquier padre. Sus paredes era mi propia sangre, su alcance diariamente, inalcanzable. Por eso ahora ni la parte que resta de mi memoria, casi alimentada de nada, sino de la propia vida, del temor a llegar tarde, me hace levantar la vista y buscar la claridad allá donde esté. Viviré solo, el tiempo que me reste, oscuridades inevitables de nuevo pero ninguna elegida por mi, inexplicablemente.

Miro, pues, como en la imagen, una luz gratuita y generosa que diviso, una luz que viene hasta de no tener vida, de esperar en un coma profundo un final que no llegó porque había demasiado gente quizá esperando su vuelta. Llegó y por donde pasa, alumbra a cualquiera, es la generosidad en forma de asombro, el detalle increíble y permanente hasta con quienes no tiene por qué.

Pues bien, necesito esa luz para seguir viviendo, dar las gracias cada vez que la vea, ni una sola pregunta, ni un pregonar el precipicio por el que estuvo, demasiada humanidad, demasiada entereza para que la deje pasar.

Necesito esa luz, necesito ya luz lo que me reste porque no puedo ser capaz de autoperdonarme todos mis errores, ni hace falta apenas. Sigue encendida, cada mañana al empezar, cada noche al restarle el miedo a mis noches. Es una luz demasiado hermosa ni me pide palabras ni resta ninguna de las que diga. Jamás, jamás pensé que existiera tan cerca, que fuera capaz de suprimirme un gesto de dolor, explicándome que no existe el dolor; una lágrima que me viene de pronto, restándome para siempre todas las lágrimas, intercambiándolas con sonrisas; una amistad sin nada a cambio, un silencio con el gesto de unos dedos en los labios, una callada exigencia de la felicidad ajena.


Viendo esta oscura imagen de oscuridades sorprendidas sin defensa, me he de agarrar sin demora a esa luz del fondo que es cuando hace falta final y principio, manera de estar, carácter rodeado de hermosura, dócil y dúctil para todas mis necesidades.

Mi cupo de oscuridades estuvo demasiado cubierto. De ahora en adelante, en silencio, sin que nadie lo sepa, sin explicaciones, mis ojos van directos hacia esa luz de supervivencia.

4 Comments:

At 9:02 a. m., Anonymous Anónimo said...

Qué bella metáfora para describir un sueño, una ilusión, una esperanza.

No olvides nunca que la luz siempre estará ahí para tí, solo debes asomar la cara cuando necesites su calor.Ella sabrá acariciarte.

 
At 9:22 a. m., Anonymous Anónimo said...

Nunca dejes de mirar hacia esa luz. Seguro que ella tampoco dejará nunca de mirarte y de acompañarte en tus momentos que se puedan adivinar oscuros.

Pero, estoy segura, de que cada día a cualquier hora, esa luz te enviará un destello apenas perceptible para nadie más que para ti para decirte: ¡Adelante!

Cada amanecer...una nueva luz...y siempre la misma.

Un beso

 
At 12:30 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Pero mientras, bolboreta, más allá de la metáfora, necesito cada día para seguir viviendo esa luz y ese calor, ese silencio y esa elegancia.

Viniste de donde ya ni estabas por eso, viniste de no tener vida y vas repartiendo vida como sólo tú puedes hacerlo.

Algo noecesito, tú lo sabes, algo me hace falta.

Un beso

 
At 12:32 p. m., Blogger inventandomelavida said...

Es cierto y verdadero su recuerdo, su amenecer.

Un beso

 

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