inventándome la vida

sábado, abril 07, 2007

"La universidad desconocida"


Tengo en mis manos un libro prodigioso, único, de esos que salvan una vida, que cuentan una vida, al igual que el título de la imagen que prologa mis palabras: “Finchè c’è luce, c’e speranza”. No necesita traducción.

Bolaño, temeroso de su salud ya en 1993 y muerto en 2003, afirmó que “en la formación de todo escritor hay una universidad desconocida que guía sus pasos, la cual, evidentemente, no tiene sede fija, es una universidad móvil, pero común a todos.”

Yo la busco cada día en esa luz que mientras exista me proporciona la esperanza, me sujeta a la vida para cualquier asombro, para cualquier herida. Es una universidad que me faculta en cada momento la antigua forma de ser educado, la enseñanza de la resistencia, por eso la admiro muchas veces cuando la leo en alguien ajeno a mí, en alguna respuesta a mis escritos. “Solo espero -dice Bolaño que desparezca la angustia. Estoy poniéndolo todo de mi parte.”

Yo pongo de la mía pero necesito el reclamo de esa luz, la insistencia de que cada error se me entienda sino es hoy, que pueda ser mañana. Acabo los días largos, los dolores propios con las mañanas nuevas, una más, con nueva luz con más esperanza.

Y esa luz la busco en cualquier sitio. Estos días poco propicios por el clima a la cercanía del mar me han aportado, no obstante, como en una playa en invierno nuevas formas de asombro, alegrías esperadas como el abrazo infantil pero maduro de dos mujeres con entrañas propias, con sonrisas que alivian cualquier mal, cualquier tipo de dolencia. Y quizá también, esas palabras nada obligadas que saben de mi propio ánimo, se disgustan por lo que me falta y van cargadas de ternura como un obsequio prestado para siempre.

Mi universidad desconocida son las gentes que quiero y que saben hacer que las quiera. Mi enseñanza es mi tiempo de los libros, la posibilidad alargada de mi camino, eso es lo que valoro: los pasos que me queden por dar, los libros por leer. También tengo una universidad, ésa conocida, que es la de mi propia casa, mí apasionada permanencia en ella, el cuidado en cada mueble, las esquinas ya romas por tanta vida en ellas, y el sueño ya fácil por la necesidad de tener sueño. Es muy hermoso estar cómodo en casa. He dejado en los álbumes de fotos tantos viajes, ahora no necesito ni mirar las fotos, me quedo con los recuerdos que recuerdo en mis habitaciones de casa al atardecer.

Me hicieron también de universidad, de sala de lecturas sin leer, de dormitorios de tránsito, de camino, de instantes mejores, importantes, de felicidad transitoria, de cosas que contar, de regalos que dar o de motivos de dar las gracias a los demás por las cosas que me enseñaban, por esa cultura desconocida, por la instancia definitiva de la mirada ajena.

Tengo luz, tengo esperanza, tengo el corazón curtido así de enseñanzas en todas esas universidades desconocidas, las que cuenta Bolaño en sus poemas, 459 páginas antes de irse, leídas en dos tardes. Y esas enseñanzas, ese entendimiento, habrá que hacerle caso a Gracián, “de nada vale que el entendimiento vaya delante si el corazón se queda atrás.”

No se me queda atrás lo he dado muchas veces y lo sigo dando.

3 Comments:

At 9:15 p. m., Anonymous Anónimo said...

Tengo luz, tengo esperanza, tengo el corazón curtido así de enseñanzas en todas esas universidades desconocidas.....

Tienes lo necesario para doctorarte en esas universidades de la vida.

Un beso

 
At 10:18 p. m., Blogger Fran said...

Lo sé, lo sé que estás curtida y tienes los conocimientos suficientes para podernos enseñar a todos.

Yo siempre quiero aprender de la vida, de lo más duro de la vida.

Un beso

 
At 5:30 a. m., Anonymous Jana said...

Las personas que toman en serio la universidad de la vida son las que ven con el corazón el paisaje desde la cima de la montaña.
Tus palabras avivan!

 

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