inventándome la vida

domingo, diciembre 24, 2006

Mi extraña felicitación

La felicidad es una manera de entender un momento. Comprendo que hoy todos queremos de una forma u otra hacerlo, y hacerlo junto a los nuestros. Pero no olvidemos a quienes no pueden porque los suyos están lejos y su forma de acercarse es un imposible más en su vida.

A mi me faltan muchas cosas todos los días y escribo en estas líneas mías que cada vez son más mías, de nadie más que mías, porque quiero tanto a las palabras que me las eché de amante un día y es una especie de compañía sin respuesta, de esas que no sabes lo que sientes. Las palabras me sirven para ir quizá recuperando lo que pierdo cada día porque no tengo más remedio que perderlo.


Hoy aquí quiero dedicárselas a todos con los que no voy a celebrar nada especial. Es mi forma de abrazarme a ellos sin que tengamos que pronunciar rituales de fiesta, oportunismo de obsequio. Las escribo a punto de no poder escribirlas porque tendré que acudir a algún sitio entre los míos donde deben estar esperándome. Lo haré una vez más sin necesidad de ninguna respuesta.

Lo hago como una especie de costumbre que no sé dónde he adquirido, para soñar a tumba abierta, o al contrario para pensar que ya se me han terminado todos los sueños, esa especie de sudor de vísceras y entrañas o un carácter insolente respondiéndole a las realidades de la vida.


Cada vez siento más estar viviendo una batalla implacable y precisamente estos días que dicen los demás que son de fiesta voy notándome más débil, menos capaz de lo que siempre fui capaz. Tengo un terrible temor a que cada fiesta sea un nuevo motivo de vejez, cada regalo tenga un tono que invalida su belleza, como párrafos finales de una historia propia.

Releyendo lo que siento, lo que termino de escribir lo voy a arreglar de una manera: ésta noche voy a decirle a las personas que más quiero que las quiero empapándome de sus ojos primero y buscándoles enseguida el sitio cercano de sus manos. Os contaré hasta una anécdota: voy a hacer un regalo, de bajo coste, pero que me costó mucho de encontrar. Me lo había comprado para mí. Voy a regalarlo sin lazo de papel, del bolsillo a unas manos que quiero. Sólo le pondré una condición que jamás dude que es una de las personas que más amo en mi vida. Es una persona con la que me unen lazos familiares, pero que si no fuera familia habría hecho lo suficiente para poder ganarme las palabras que fue capaz de decirme no hace mucho: “tú eres en quien nos apoyamos todos los demás.”

Me había venido abajo antes, me vine abajo después de oirlas, al pensar que de las cosas del corazón lo importante no es debutar sino repetir, repetir cada vez con una sonrisa que no puedas ya quitártelas de los labios.

3 Comments:

At 9:44 a. m., Anonymous Anónimo said...

No te lo creas, no escribes para tí solo. Siempre te leo y más cuando como hace tiempo no te contesta nadie. Se me repiten las cosas del corazón

 
At 8:06 p. m., Anonymous Anónimo said...

Siempre me tienes al otro lado, mi querido lectoreterno.
María

 
At 9:29 a. m., Blogger inventandomelavida said...

Lo sé, María, y me sirven siempre tus palabras, tu sabia escucha, y eso que no concozco hace tiempo cómo vives, cómo estás. Y lo sabías explicar muy bien.

 

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