inventándome la vida

miércoles, septiembre 06, 2006

Luces y sombras


Cualquiera, cualquier día, en cualquier momento deja por su paso a la vista luces y sombras. La vida está así entre luces y sombras para que demos resplandores a quien nos mire o vean fondos de nuestras oscuridades. Pero lo más importante es que tengamos dónde proyectar esas luminosidades para regocijo o para cubrir necesarias tristezas. A veces manda en ello factores que no debieran contar, ni debiera ser el cuerpo por muy propio que sea ni sus alrededores. Pero ahí quedan las luminosidades y las carencias de luz, ahí quedan para quien quiera enterarse de ellas.

Quizá como puede ocurrir en todo, es un descomedimiento. Como en una especie de ruleta rusa parece que solo haya o un todo o un nada. Lo demás no vale. Es así, se puede pasar de un día a otro de un todo brillante y sugestivo a un nada rotundo y negativo. Entonces uno nota percepciones falsas, no sabe ni aclararlas, ni preguntarlas. Si hablamos de oscuridades, esa puede ser una forma de ellas.

Pero luego viene enseguida el momento de las recuperaciones y lo ofrecemos todo de nuevo como si fuéramos mentes de mala memoria, así lo volveremos a vivir otra vez como si fuera nuevo. Esa es la ventaja. Pero a eso habrá que añadir que esas novedades tienen siempre otro color, otro instante porque la vida es tan corta que pocas veces las cosas se repiten. No te bañarás en las mismas aguas probablemente.

Hoy al sentirme entre luces y haber apagado las sombras, me noto sencillamente alegre, quizá es un término corto y demasiado conocido que no cabe en los diccionarios, pero donde la vida, sí que cabe. Hoy estoy dispuesto –eso hice ya esta misma mañana- a reírme con tres o cuatro tonterías, a llamarles mis niñas mientras mis dedos se aproximaban a la mano de una de ellas, a quienes me envolvían un libro de poemas:

“Eras sí pero ahora
suenas un poco de mí.
Eras sí pero
ahora vengo un poco de ti.”

Un libro de poemas del amor, las mujeres y la vida de Mario Benedetti.

Ya lo sé, aunque cada vez sé menos de ellas, de todas las mujeres de la tierra, que quiero muchas veces lo imposible, que piensen que soy luz cuando estoy enseñando mis sombras, que se acuerden de mí siempre alegremente cuando mi recuerdo es quizá demasiado insistente.

Ya lo sé, que es muy fácil enseñar a reírte cuando tienes delante la sonrisa. Pero atrevo a pedir que si me he dejado todas las risas que tenía olvidadas en el suelo, si ya no sé escribir ni un poema de amor despedazado, sino sé llamar pidiendo ayuda, que quién sepa de mi, quién me conozca por un solo renglón mal trazado, vea a ver cómo es eso, cómo es eso que me he puesto demasiado a la sombra cuando tantas veces fui luz, una luz muy fogosa que ha sido capaz de iluminar todos los sentimientos.

2 Comments:

At 5:34 p. m., Anonymous Anónimo said...

"te quiero porque me quieres,
nuestro amor es cotidiano,
y en la calle codo a codo,
somos mucho mas que dos"

Son dos estrofas de un poema de Benedetti, que a mi me apasiona.

Nuestro amor es cotidiano, luces y sombras, sombras o luces, pero en la calle y codo a codo, somos mucho mas que dos.

No lo olvides.

Un beso.

 
At 9:03 a. m., Anonymous Anónimo said...

Bien elegidas las estrofas de Benedetti para nuestro amor cotidiano.

Ese codo a codo son las luces y sombras y lo único que hay que hacer es saber ver en las oscuridades y disfrutar de cada claridad.

Gracias

Un beso claro

 

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